
El gato no es nuestro. Gentil, permite que vivamos con esa ilusión, pero quienes lo amamos sabemos que la posesión de una vida ajena es un espejismo. Si la posesión fuera posible, seríamos nosotros quienes le perteneceríamos. El gato acompaña y mira desde la distancia insalvable que los humanos creamos cuando nos separamos de los animales, y nos invita a disolverla. Algunos, por momentos, lo logran. Pero para atravesar esa distancia, esa nostalgia del Paraíso “hay que ser un poco gato”.
Alberto Ruy Sánchez nos recuerda que sabemos, de forma teórica y gris, qué es un gato, pero que esa hermosa presencia es, ante todo, “Aire y fuego / silencio danzante. / Misterio y pregunta. / Mil respuestas cambiantes”.
Este libro es una suma de estampas amorosas, de intuiciones y deslumbramientos.
Su autor, alegre oficiante de la “religión / discretamente felina” a la cual perten...leer más